Leo, el taxista más dicharachero del Barrio Sésamo, tenia un problema muy serio, después de años y años llevando clientes de aqui a alli, de cerca a lejos, de arriba a abajo; su taxi perdía color. Lo pinto y pinto sin parar, mojando, extendiendo y volviendo a empezar. Le pinto nubes de muchos colores, rojo y amarillo; parecía fácil y sencillo, pero seguía perdiendo color. Cansado de escuchar al Conde Draco contar las veces que pintaba el taxi y siguiendo el consejo de Julián, llevó su coche al taximatólogo. Este le dijo que su vehículo tenia una extraña enfermedad, taxidermitis aguda, que solo se daba en los coches de la Conchinchina y no conocia el remedio. Entonces Leo recordó aquella vez que llevó a don Pinpón a conocer al emperador de la Conchinchina (o a un burdel de la zona, ya no estaba seguro) y decidió consultar a su orondo amigo. Don Pinpón, contento de ver a su amigo y después de contarle sus aventuras por los putiferios de Sri Lanca, le aconsejó llevar su taxi al taller de su colega Astraco, en Wall Street (el mundo de los yupis). ... El tal Astraco parecia un tio majo y entendia un montón de coches pero, en cierto modo, le recordaba a Don Pinpón. Tras narrarle sus peripecias por los night clubs de Detroit, le dijo que el único remedio para su problema era una funda troskimendrista de piel de perro pachón y sin mediar palabra se la instaló al taxi. Su problema terminó, su negocio volvió a funcionar y los chicos de este barrio volvieron a querer jugar con Ana. ... Tras la muerte de Julián, Leo se jubiló y cedió su taxiperropatxón como pieza de museo. Ahora se pasa los dias de burdel en burdel con don Pinpón y Astraco, pero nunca con los dos juntos, lo cual resulta un misterio. Leo preguntó a SuperCoco si sabia algo y este le dijo que preguntara al sheriff Coco. Esperemos que la Jaca Paca sepa algo...
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4 comentarios:
Leo, el taxista más dicharachero del Barrio Sésamo, tenia un problema muy serio, después de años y años llevando clientes de aqui a alli, de cerca a lejos, de arriba a abajo; su taxi perdía color. Lo pinto y pinto sin parar, mojando, extendiendo y volviendo a empezar. Le pinto nubes de muchos colores, rojo y amarillo; parecía fácil y sencillo, pero seguía perdiendo color.
Cansado de escuchar al Conde Draco contar las veces que pintaba el taxi y siguiendo el consejo de Julián, llevó su coche al taximatólogo. Este le dijo que su vehículo tenia una extraña enfermedad, taxidermitis aguda, que solo se daba en los coches de la Conchinchina y no conocia el remedio. Entonces Leo recordó aquella vez que llevó a don Pinpón a conocer al emperador de la Conchinchina (o a un burdel de la zona, ya no estaba seguro) y decidió consultar a su orondo amigo.
Don Pinpón, contento de ver a su amigo y después de contarle sus aventuras por los putiferios de Sri Lanca, le aconsejó llevar su taxi al taller de su colega Astraco, en Wall Street (el mundo de los yupis).
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El tal Astraco parecia un tio majo y entendia un montón de coches pero, en cierto modo, le recordaba a Don Pinpón. Tras narrarle sus peripecias por los night clubs de Detroit, le dijo que el único remedio para su problema era una funda troskimendrista de piel de perro pachón y sin mediar palabra se la instaló al taxi.
Su problema terminó, su negocio volvió a funcionar y los chicos de este barrio volvieron a querer jugar con Ana.
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Tras la muerte de Julián, Leo se jubiló y cedió su taxiperropatxón como pieza de museo. Ahora se pasa los dias de burdel en burdel con don Pinpón y Astraco, pero nunca con los dos juntos, lo cual resulta un misterio.
Leo preguntó a SuperCoco si sabia algo y este le dijo que preguntara al sheriff Coco.
Esperemos que la Jaca Paca sepa algo...
jajajajajjaja!
Eres un enfermo!
que onda saludos! pasando aquí en el universo Pamp jejeje desde mi universo Yah! jajajja
saludossss n.n
Hey!! molan tus dibujillos. También haces esculturas?
Un saludito.
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