23.7.07

cr cchll

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Chete Chillida era un andaluz mu perro, acomplejandro por la pequeña nariz que el creador le pamporcinó, y esos cuatro pelos cutres que le puso en la cabeza, capaces de hacer chillar a cualquier pintor posmodernoide que osara retratarle.
Sentia que las chicas le despreciaban por su enfermiza aficion al cine de Buñuel de Viento.
asi que decidió, para aumentar su atractivo, blanquearse los dientes hasta afilarselos mas que un cuchilrllo en el agua.
Fue entonces que, al intentar chuparse una ceja, para emular asin a su ídolo, con su lengua de mango de pan, se le estrelló en el ojo un mosquito modulo lunar, dejándole tuerto.
Con esta cara tan fea, no le quedó mas remiendo que abandonar su suenio de reyes de ser una estrella del cine; y decidió convertirse en la estrella de la muerte del rockfolkloricofestivo MARIO CARACUCHILLIDO EL MASON; famoso por sus chillidos y sus estridentes y cortantes letras...

Por cierto, ya esta a la venta su último disco DEJAME QUE TE RASURE EL CHOU CHOU...

...Ahora tambien en supositorios...

Anónimo dijo...

...¡¡¡TIEMBLA CLEMENDO DESI!!!...

Natalia dijo...

Allá por los 90, cuando nuestro grupo de neo-punk post-glam metalero estuvo listo para su lanzamiento al mercado internacional, teníamos muy claro que necesitábamos una buena portada de disco, con una imagen impactante que lo identificara con un solo golpe de vista. Fue mi hermana, que por entonces estudiaba Bellas Artes, la que dio con lo que buscábamos tras un par de semanas de reflexión, encerrada en su cuarto a oscuras, devanándose los sesos por encontrar algo original que fuera fiel reflejo de nuestra música.. Al principio el esbozo que nos trajo nos pareció una auténtica mierda. Roco, el cantante, que nunca se callaba nada, se lo dijo a la cara sin vacilar un instante. Mi hermana le miró furiosa y le dijo algo así como que, además de cantar de puto culo, no tenía ni idea de arte. Tras mirarme con lágrimas en sus ojos, procedió a explicarnos el significado de su obra. La idea era plasmar con imagénes simplonas el espíritu que impulsaba nuestras canciones, destacando, entre otras cosas, el rasgo más característico de cada uno de los cuatro componentes. Roco, cantante y autor de esas letras afiladas como un cuchillo, estaba representado por la navaja . Joven de gran carisma y personalidad desbordante. Sus geniales estribillos aún me vienen a la memoria cuando estoy en la ducha: “¿Qué calentamiento global ni qué pollas? Esto es simple y llanamente un intercambio climático… la, la, la”. Desapareció poco después de que se disolviera el grupo. Creo que perdió la poca voz que tenía y que ahora se dedica a reventar presas en China. Nuestra bajista era Midori, la japonesa que se ponía ciega a pegamento para encontrar la inspiración sobre el escenario, de ahí ese aire como electrificado de sus ojos rasgados, que apretaba con fuerza al interpretar los temas. Estaba enamorada de Roco, como todas las chicas, por eso se empeñó en tocar el bajo en nuestro grupo. Era francamente mala, pero todos se lo perdonábamos porque estaba muy buena. Además le daba un toque exótico al grupo. Dani, nuestro batería, era probablemente el único músico cualificado de la banda, el único que ha seguido en el negocio de la música, donde se gana bien la vida tocando en bodorrios y fiestas de pueblo. Desde pequeño estuvo acomplejado por su enorme nariz, única herencia que le dejó el padre. Se la operó a los 18 y el médico debió de ensañarse bien con ella, pues apenas le dejó un botoncito que no hizo más que aumentar su complejo. Roco no perdió la oportunidad de dedicarle un tema al matasanos, cuyo estribillo decía algo así como:“Ay, carnicero, dedícate a lo tuyo, que no es la cirugía”. Recuerdo aún como la coreaban nuestros doce fans. Esos sí que tenían mérito. Siempre ahí, dándolo todo, se bajaban todas nuestras maquetas y coreaban las canciones a gritos. Mi hermana no se olvidó de ellos, aunque nunca entendí por qué los representó en forma de espigas. Finalmente, mi ojo bueno, en el centro del huracán. Tocaba la guitarra eléctrica y hacía las veces de manager. Lástima que el lanzamiento comercial nos estrellara contra una discográfica que nos tomó el pelo. Me acusaron de haber sido demasiado inocente, perdimos la ilusión por todo y nos separamos en malos términos. El fantástico dibujo de mi hermana, del que conservo tan solo este esbozo, cayo en el olvidó, es decir, en la papelera de algún ejecutivo de la discográfica. Mi hermana cambio el arte por un novio rico y yo mi guitarra por una cámara con la que persigo a los famosos… Las vueltas que da la vida…