Hola Alex! Ayer empecé a escribir esto para el Papiro Virtual, pero acabe por no presentarlo porque no hubo tiempo ni ganas... Así que te lo dejo a ti. De todos modos, el final me parece flojillo: "Imaginaos un paisaje idílico en un día soleado de otoño, sin nubes que emborronen el cielo azul “Windows" y una agradable melodía de los irlandeses Nightnoise. Imaginaos a un grupo de pacíficas lagartijas tostándose al sol, dejando que las horas se deslicen sin ser siquiera conscientes de su existencia. A eso nosotras lo llamábamos simplemente “felicidad”. Pero he aquí, queridos amigos, que aquel día ideal se vió muy pronto truncado por la llegada de un enorme enjambre de humanos provistos con cestas y cuchillos, anunciando el fin de los buenos tiempos. “Oye,” recuerdo que me dijo una compañera cuando les vió llegar. “¿La temporada de setas no se había acabado ya?” Apenas tuve tiempo para abrir un ojo y ¡zas! ya nos habían dejado a las dos sin cola. “Total,” pensarían aquellos desalmados. “Les volverá a crecer…” Y, sí, acabaría por volver a crecernos, pero no dejaba de ser una faena que te dejaran sin ella durante el tiempo que tardaba en regenerarse. Sobre todo porque desprovistas de antena, nos quedábamos sin escuchar nuestros programas de radio favoritos, uno de los escasos lujos que nos podíamos permitir nosotras, humildes lagartijas. Pronto supimos que el responsable de aquella carnicería era un cocinero con programa de televisión que había revolucionado el mundo de la cocina con sus recetas para "tiempos de crisis". Y, ¿qué podía haber más barato, que irse al campo y cortar las colas de unas pobres e indefensas lagartijas para cocinar su plato estrella, la popular "sopa de rabos de lagartija"? La gente andaba como loca por el campo en busca de aquel ingrediente, sin importarles si a nosotras nos dejaban sin radio o sin sesión de rayos uva. Dado que la situación era insostenible, algunas compañeras decidieron dejar aquel valle en el que habíamos vivido durante largas generaciones. Pero las más decidimos quedarnos y afrontar aquel problema adoptando la única solución posible, que pasaba por la simple y llana automutilación. “O evolucionas, o mueres,” nos dijimos las unas a las otras pensando que aquella era una genialidad nuestra (ni que decir tiene que ninguna de nosotras había leído a Darwin). De modo, que los excursionistas, hartos de volver a casa con las cestas vacías, dejaron de venir y pronto olvidaron la dichosa sopa. Más tarde llegaron los biólogos en tropel, entusiasmados ante el descubrimiento de una nueva especie de lagartija sin cola, pero tampoco tardaron en irse y recuperamos la paz. Si acertais a pasar por nuestro valle seguireis viendónos tumbadas al sol en los días buenos y ahora que vuelven a asomar nuestras colas, podemos volver a disfrutar de nuestra música y de la tranquilidad que brinda la Naturaleza desprovista de humanos molestos."
4 comentarios:
Hola Alex! Ayer empecé a escribir esto para el Papiro Virtual, pero acabe por no presentarlo porque no hubo tiempo ni ganas... Así que te lo dejo a ti. De todos modos, el final me parece flojillo:
"Imaginaos un paisaje idílico en un día soleado de otoño, sin nubes que emborronen el cielo azul “Windows" y una agradable melodía de los irlandeses Nightnoise. Imaginaos a un grupo de pacíficas lagartijas tostándose al sol, dejando que las horas se deslicen sin ser siquiera conscientes de su existencia. A eso nosotras lo llamábamos simplemente “felicidad”. Pero he aquí, queridos amigos, que aquel día ideal se vió muy pronto truncado por la llegada de un enorme enjambre de humanos provistos con cestas y cuchillos, anunciando el fin de los buenos tiempos.
“Oye,” recuerdo que me dijo una compañera cuando les vió llegar. “¿La temporada de setas no se había acabado ya?”
Apenas tuve tiempo para abrir un ojo y ¡zas! ya nos habían dejado a las dos sin cola. “Total,” pensarían aquellos desalmados. “Les volverá a crecer…” Y, sí, acabaría por volver a crecernos, pero no dejaba de ser una faena que te dejaran sin ella durante el tiempo que tardaba en regenerarse. Sobre todo porque desprovistas de antena, nos quedábamos sin escuchar nuestros programas de radio favoritos, uno de los escasos lujos que nos podíamos permitir nosotras, humildes lagartijas.
Pronto supimos que el responsable de aquella carnicería era un cocinero con programa de televisión que había revolucionado el mundo de la cocina con sus recetas para "tiempos de crisis". Y, ¿qué podía haber más barato, que irse al campo y cortar las colas de unas pobres e indefensas lagartijas para cocinar su plato estrella, la popular "sopa de rabos de lagartija"? La gente andaba como loca por el campo en busca de aquel ingrediente, sin importarles si a nosotras nos dejaban sin radio o sin sesión de rayos uva.
Dado que la situación era insostenible, algunas compañeras decidieron dejar aquel valle en el que habíamos vivido durante largas generaciones. Pero las más decidimos quedarnos y afrontar aquel problema adoptando la única solución posible, que pasaba por la simple y llana automutilación. “O evolucionas, o mueres,” nos dijimos las unas a las otras pensando que aquella era una genialidad nuestra (ni que decir tiene que ninguna de nosotras había leído a Darwin). De modo, que los excursionistas, hartos de volver a casa con las cestas vacías, dejaron de venir y pronto olvidaron la dichosa sopa. Más tarde llegaron los biólogos en tropel, entusiasmados ante el descubrimiento de una nueva especie de lagartija sin cola, pero tampoco tardaron en irse y recuperamos la paz. Si acertais a pasar por nuestro valle seguireis viendónos tumbadas al sol en los días buenos y ahora que vuelven a asomar nuestras colas, podemos volver a disfrutar de nuestra música y de la tranquilidad que brinda la Naturaleza desprovista de humanos molestos."
Ah! Pues a mi me ha encantado la historia :D
Bueno, pos me alegra. Es pa ti!
paisaje bonito ^_^ me lo pongo de fondo de pc ^_^
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